Tanto cariño como rockanroll tiene este bajo a sus espaldas, por lo menos hasta donde yo sé. Un bajo que ha cambiado de manos alguna vez pero que se conserva en perfecta forma tanto de estética como de funcionamiento. Estable y con un sonido añejo al estilo de los Jazz Bass Special de Fender pero con el añadido de la quinta cuerda que lo coloca en el siglo XXI. Yamaha pudo presumir bastante al crear este bajo en los 90s junto a Billy Sheehan y en el mercado rivalizó con los Fender de la época.
Hecho a la medida de los amantes de las combinaciones simples: tres posiciones, volumen y tono. Siempre suena, y suena mucho.