Una belleza laminada fabricada en Japón en la primera mitad de los 80's que, tras pasar por distintas manos, llegó a la familia en 1985. Muchos ensayos y pocos bolos durante aquellos años, en los que las pastillas fueron sustituidas por unas Gibson PAF de la época en busca de mejor sonido y menor ruido.
El puente castigado por los años y el cordal siguen siendo los originales, al igual que el clavijero que a duras penas llega a ser funcional.
Una auténtica joya que ha resistido los embates del tiempo y a la que le auguramos al menos otros treinta años más de buenos ratos.
Como curiosidad, encontramos una igual en Madrid, también "treintañera" y el propietario no aceptaba ningún tipo de oferta sobre ella, según decía "eran demasiados los recuerdos que llevaba consigo".